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jueves, julio 13, 2006

Para cerrar el lamentable capítulo…

Debo reconocer que aún no asimiló que Italia sea el nuevo campeón del mundo. Creo que un sensación similar sintieron los húngaros luego de perder la final del mundial del 54 con Alemania. Pero es que realmente fue algo sorprendente. Italia jugando mal aguantando para ir a los penales. Francia mostrando lo mejor de su juego bombardeando la portería defendida por Gianluigi Buffon. Todo indicaba que el gol caería tarde o temprano, que Francia sería bicampeón y Zidane tendría su gran despedida, pero todo cambio después de la expulsión de Zizou.
Hay un par de cosas claras, la expulsión es merecida, fue agresión y notoria tenía que ser expulsado. Marco Materazzi es uno de los jugadores más odiados del mundo fútbol. De eso no hay duda. Aunque después del cabezazo varios periodistas deportivos castigaron al 10 de los bleus desconociendo el pasado del central del Inter.
A saber: Materazzi le propinó un codazo a Juan Pablo Sorín, un puñetazo a potencia Vargas, sacó al Matador después que este le pintará la cara los primero minutos del partido, el mismo donde nació la enemistad de la dupla Za – Sa.. También dijo que el fútbol no era un juego sino una guerra y que en la guerra está todo permitido.
Entonces no me vengan a decir que el agredido es una blanca paloma porque no la creo. Zidane se equivoco, es verdad, pero el receptor del cabezazo más recordado de los últimos años no es cualquier víctima y eso lo saben aquellos que tienen memoria no como esos comentaristas que van donde calienta el sol teniendo ataques de amnesia increíbles.
En fin, Italia es el campeón – no sé si justo – pero en la tanda de penales fue más certero. Cuentan con el mejor portero del mundo y con Fabio Cannavaro que sencillamente la rompió al igual que Fabio Grosso y Andrea Pirlo en el mundial.
El equipo de Lippi fue equilibrado a lo largo del mundial, por momentos no gustó, pero en otros fue sencillamente una máquina como frente Alemania. Cuando funcionaba no tenía puntos bajos.
Es Italia, el nuevo campeón para alegría de la cosa nostra y de Pedro Carcuro.

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