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jueves, julio 03, 2008

LA PRIMERA VEZ*

Tenía seis años e iba con mi viejo de la mano entrando a un lugar de paredes blancas. Las galerías eran de tablones de madera muy separadas entre ellas. Una banderita con la leyenda U. Católica y su respectivo escudo acompañado, en ese entonces, sólo de seis estrellas. La banderita era un cuadrado perfecto corcheteado en un palo de madera, de verdad no como las de ahora que son de cartón y solo soporta el primer agite al viento.
Tuve que subir una escalera de madera gigante y con los escalones separadísimos. “No voy a poder, me voy a caer”, me dije. Sólo la mano de mi viejo permitió que siguiera subiendo. “De más arriba se ve mejor”, me señaló. Una vez sentada, veo el rectángulo de pasto que esta verde y amarillo. En la cancha había diez uniformados de camiseta roja con líneas amarillas. En el lado del corazón la insignia con un águila; al frente otra decena de tipos, pero con camiseta blanca con una franja azul que cruzaba todo el pecho. Su escudo era una cruz y cuatro letras con las iniciales del club: CDUC. Completaban la escena dos personas que se ubicaban en los extremos, bajo los palos, con guantes y de distintos colores cada uno; más tres señores de riguroso negro: uno con un pito y dos con banderas. Lo que vi era distinto de lo que daban por la tele o escuchaba por la radio. Yo creía que el juego se paraba cuando el relator daba los comerciales en medio de la transmisión. Los colores eran nítidos, las texturas y los movimientos completamente nuevos. Ya no tenía que conformarme con lo que me mostraran o me dijeran. Era testigo presencial de todo eso. Además, se habían agregado varios elementos nuevos: el manicero (¡Maní, maní, al rico maní!), el señor del café (¡Cafecito, café!), bebidas, helados y golosinas varias. Y por supuesto, las pulseras, banderas, llaveros y todo lo referente a tu equipo. Pero volvamos a la cancha, los movimientos, el golpe seco del balón cuando roza el pasto y toma la comba para convertirse en centro y el “tac” de cuando el caballero con guantes apaña el balón para sí y para nadie más. Era un mundo nuevo e infinito. En cinco minutos ya no me importó que mis piernas quedaran colgando de los tablones y que existiese certera posibilidad de caer al vacío, pero ¿qué carajo importaba? Lo que sucedía en la cancha, como en la tribuna era demasiado increíble e hipnotizante como para perderlo de vista. En la tribuna, los hinchas gritaban, cantaban y paraban para entonar sus gritos de guerra: “Olee, olaaa: Es-pa-ñola” y el “Ceatoleii – li” se turnaban. Y cuando las chuletas reinaban, el villano de turno era encarado sin más por los de las gradas. Un jugador de los rojos fue bautizado como volantín del cuero, apodo que no he podido olvidar jamás. Pobre pelao que culpa tenía de ser malo y llegar tarde al balón… De repente, todo terminó. El caballero de negro que recibió varios insultos – ya aprendería el por qué – pitó y alzó sus manos. Algunos uniformados cambiaron camisetas, otros se dieron la mano, varios partieron raudos al camarín y los que quedaban saludaron a la gente. La tribuna aplaudió. “Para la otra será”, fue la frase en común; unos se abrazaron y los que venían solos sacaron su cojín, su diario y el termo para partir a uno de los bares que estaban a pocas cuadras del estadio.
Esa fue la primera vez que fui a un estadio en Santiago, es mi primer recuerdo íntegro de un partido de fútbol con todas las sensaciones. Este fin de semana espero repetir el rito, cuando como tantas veces, Unión Española reciba a la Universidad Católica en el mítico Santa Laura, sin duda, uno de los estadios con más historia en nuestro fútbol.

* Pamela Venegas, periodista de Radio Cooperativa.

4 comentarios:

Marco dijo...

Que buen relato!

Por un momento me acordé de la dolorosa distancia entre los tablones de la popular de Fero Carril Oeste, tribuna que en los entrenamientos de inferiores debíamos subir y bajar hasta que el hdp dijera basta mucho después que nuestras piernas.

Un abrazo.

JM dijo...

Y eso que no has tenido la 'suerte' de ver los estadios como de 2ª y 3ª división... esos si que se caen a pedazos y estas más preocupado de no caerte que de ver el partido.
Saludos.

LUIS ANTONIO CACERES BELTRAN dijo...

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Javier dijo...

Saludos amigos desde argentina.
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