FUTBOLIZADOS

Jorge Valdivia debe ser uno de los futbolistas más odiados entre sus pares en Brasil y Chile. Sus gambetas, mañas y burlas siempre generan algo más que la ovación del público. Él lo sabe y disfruta con eso, la única diferencia es que está en un medio que le permite hacer eso sin problemas, se lo festejan, saben que es un condimento más del juego de la pelotita.
¿Qué hubiese pasado si Valdivia se pone a llorar en un clásico contra la U? Habría quedado la batahola con los jugadores, pero qué ocurrió en uno de los clásicos que lleva más gente en el mundo: patadas para quien se burla de la camiseta rival, algo de lo más normal dentro de una cancha.
Afuera un par de mal llamados hinchas se ponían a destrozar la ciudad y otro más imbécil mataba al hermano.
La última de Valdivia fue en Chile contra la U, le gritó el gol de Ángel Carreño en la cara a Jhonny Herrera – uno que paso por Corinthians sin pena ni gloria – y éste se le fue encima y lo zamarreo mientras el mago feliz celebraba la cara desencajada de su rival. Además de empatarles, lograba que el capitán de ese equipo se enojara… que más podría pedirse en un clásico.
En su momento los comentaristas del jurgol chileno aprovecharon de criticar lo hecho por Valdivia porque “echaba a perder el espectáculo”, “ensuciaba un lindo partido”, “animaba la violencia en los estadios”, los más extremistas pedían que la famosa Ley de Violencia en los Estadios funcionara de una buena vez. Lo chistoso que ahora lo que hace el 10 del Verdao está bien.
Vaya a saber uno que pasa por la cabeza de nuestros comentaristas, pero la cuestión es que ayer me aburrí de ver la misma nota con Valdivia en portugués, me tenía chato.
Echo de menos esos clásicos en los que se decían de todo antes del partido y el día del clásico se querían matar. La hinchada acompañaba a su equipo aportando más condimentos para la lucha dominical.
El pasado fin de semana Ailton, delantero de la UC, dijo que si era necesario pegaría patadas voladoras para ganar el partido, porque él lo consideraba un clásico. De inmediato de la trinchera del frente salieron a poner paños fríos asegurando que para ellos no era un clásico, sino un partido más. Resultado: 18 mil personas en el estadio Monumental, un tercio de su actual capacidad.
A quien le podría calentar un partido del torneo regular en el que no se juega nada y que más encima uno de los protagonistas aseguran que solo es un partido más, cuando hace menos de un año jugaron uno de los partidos más calientes que se recuerden
A veces creo que por querer sacar a los delincuentes de los estadios, los dirigentes prefieren entregar un espectáculo malo esperando que los giles se aburran y no vayan más. Si es así, claramente no ha funcionado y no es la mejor solución.
La principal característica de un clásico es la pasión que hay en la cancha, es un partido que nadie quiere perder, algunos son capaces de dejar algo más que el sudor en la cancha con tal de vencer a su rival más enconado.
Revisando bien cada equipo nacional, con suerte quedan jugadores a la antigua, de esos que no importaba lo que pasará, pero el partido contra el clásico rival es a muerte y se gana. No doy ningún nombre actual solo porque es probable que algún lector me contradiga porque no siente lo mismo y solo ese ejercicio representa la actual situación del fútbol nacional.
Espero ver algún día un clásico como el de la UC y la U del 94, Colo – Colo la U a principio de los 90. No quiero pedir un River – Boca, Estudiantes – Gimnasia, San Lorenzo – Huracán o Racing – Independiente, porque sé que acá se hicieron espectáculos de igual categoría, pero con distinta historia, pero añoro ver estadios llenos, jugadores dando espectáculo, hinchas que se comporten como tal y no delincuentes con camiseta.
¿Futbolizados? Creo que esa es la pregunta que tenemos que responder, pero por favor seamos sinceros.

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