No tardó en cristalizarse la (anunciada) llegada de Jorge Sampaoli al banco de la selección
chilena. El tricampeonato nacional logrado con la Universidad de Chile sumado a
la espectacular Copa Sudamericana terminaron por derribar la puerta de la Roja sobre el nombre de Claudio Borghi por la que el hombre de
gorra hizo su ingreso triunfal.
De argentinos se trata. Desde el (revolucionario) proceso de
Marcelo Bielsa al frente de la
selección chilena, la ANFP se pone anteojos trasandinos a la hora de acopiar
requisitos técnicos.
De este modo la U de Chile salió a buscar al reemplazante de
Sampaoli. El argentino Ricardo Gareca (entrenador de Vélez, último campeón
argentino) y el uruguayo Jorge Fossatti (entrenador de Cerro Porteño, último
campeón paraguayo) fueron las altas y primigenias apuestas.
El representante Pablo Ceijas salió a agradecer el convite
contando que el ‘Tigre’ Gareca “declinó la posibilidad” de cruzar la cordillera.
Y el propio Fossati, menos diplomático, aclaró que “tengo ganas de seguir en
Cerro… si no ¿qué estaría haciendo acá?”.
Ya dividida en opinión, la dirigencia de la U fue por su
tercer nombre: el (también) argentino Darío Franco (43). Menos rutilante y
experimentado; acaso más parecido a Bielsa, hermano menor de Sampaoli.
Jugador dirigido por Marcelo Bielsa (Newells campeón),
colaborador suyo como observador de rivales y pasante en el Pinto Durán (campo
deportivo de la selección chilena) durante la gestión de “el Loco” y una
reciente y loable campaña en la B argentina (Instituto) eran matices débiles.
Las dudas dirigenciales (de la empresa que gerencia el club)
se disiparon cuando Franco terminó la exposición de su proyecto. Una
detallada explicación de su sistema de juego predilecto (3-3-1-3) en combo con
un más exhaustivo informe de cada jugador de inferiores (con minutos de juego y
rendimientos físicos) fueron las gotas que llenaron el vaso hacia la
firma.
Así, levantada la (única) barrera contractual que entorpecía
el trámite (revisión de contrato al primer semestre), Darío Franco se calzó el
buzo de entrenador de la U de Chile con un acuerdo de 18 meses (revisión a los
12) y US$ 700.000 a repartir en el cuerpo técnico (Hernán Franco, Alberto
Gómez, Paulo Garbetti y Pablo Sala), el mismo salario inicial de Jorge Sampaoli.
"Es el desafío más importante de mi carrera",
fueron las primeras (y protocolares) palabras de Franco. “Hay una gran presión
y la aceptamos. Confiamos en el plantel y en nuestra capacidad. De ninguna
manera Sampaoli será una sombra".
Pero las sombras no se despejan con discursos; lo sabe
Borghi, tendrá que demostrarlo Sampaoli y, un escalón debajo, el propio Franco.
La huella bielsista en Chile no sólo es profunda sino que está viva.
Franco debutó como entrenador en el mismo Morelia (México,
2006) que lo vio retirarse como jugador (2004), pasó por los Tecos (06-07) y
Atlas (08-09) para volver a Argentina con algo de roce, donde (el modesto) San
Martín de San Juan hizo de trampolín para su llegada a la Córdoba natal:
Instituto (Nacional B).
Instituto
Su gestión cordobesa (21.06.2011 – 11.11.2012) fue la que
detonó su nombre. Fue el año en que Ríver, junto a Rosario Central, Gimnasia y
Esgrima, Huracán, Quilmes, Chacarita y Ferro hicieron del Nacional B el torneo
paralelo de la Primera División.
Y fue que Instituto, con su dinámica ofensiva, toque corto y
explosión, los miró a todos desde arriba durante dos tercios del torneo. Las
miradas del fútbol argentino se posaron sobre Instituto (y sobre el Newells de
Gerardo Martino, otro hijo de Bielsa).
En la brillante campaña de Instituto, Franco promocionó a Dybala, Burzio, Olivera,
Piermarteri,
Bernardi, Bianchi, Correa, Gotti y Gastaldi. Y Paulo Dybala (17) se
convirtió en “la joya” para irse a Palermo (Italia) sin conocer la Primera
argentina.
Precisamente el descubrimiento de “la Joya” fue el inicio
del fin. La novela y manejos de su pase fueron la ruptura dirigencial. El
desgaste físico y mental del (observado) plantel más el (tenso) entorno
institucional hacia las últimas fechas provocaron una importante merma en el
rendimiento.
Instituto perdió puntos importantes en la recta final. River
fue (unánime) campeón y los pibes de Franco tuvieron que dirimir la promoción
de ascenso con el (unánime) San Lorenzo de Almagro.
Instituto no ascendió. Su plantel se cotizó: Dybala,
Barsottini, Encina, Fileppi, Gagliardi, Lagos, Videla y Sills fueron vendidos.
Al cabo de pocas fechas del nuevo torneo, de magros resultados y la renuncia de
la parte dirigencial que lo había acercado al club, Darío Franco cesó sin apoyo.
Así llega Franco a
Chile, acaso como otro hijo de Bielsa, calificado de fundamentalista, obsesivo,
ofensivo, intenso y (no poco) ofuscado. Características menos garantistas
de éxito que de curiosas similitudes a un maestro ausente.
Aprendiendo también el capítulo mediático de su profesión,
Darío Franco aparece en su presentación oficial con una mano vendada: "La
venda que llevó en mi brazo es porque no me gustó como estaba jugando mi equipo
y en un entretiempo le pegué a una chapa de la puerta del camarín."
Isaac Díaz, César Cortés y Ramón Fernández (la gran figura
del Torneo de Clausura) son los nuevos recursos que la empresa Azul Azul pone a
disposición del entrenador.